De la misma manera que Narciso se
contempla en las aguas de un estanque, cuatro mujeres se contemplan a sí mismas
ante un espejo.
Ante él, reflexionan sobre la trivialidad
de la belleza, los convencionalismos sociales, la falta de libertad y todo
aquello que nos convierte hoy en esclavos no sólo de nosotros mismos, sino
también de nuestra realidad social. Lejos
de hundirse en un reflejo banal, resurgen en todo su esplendor como una flor de
narciso, mostrándonos el descubrimiento de su auténtica identidad, de su
esencia vital.
Gea, la madre tierra, abre sus
brazos para recibir a María. Así aparece la mujer que se busca en sí misma y en
los demás. Es Vida porque de ella nace la vida, el amor y el equilibrio.
Nieves florece fundiendo su
esencia natural con la de la propia naturaleza. Es Tierra, es naturaleza porque
naturaleza somos todos y todo.
Los dioses del antiguo Egipto le
sirven a Luna Roja para colocar ante nuestros ojos el camino a seguir: el culto
a la naturaleza, el amor y la alegría. La luna como mediadora abre las puertas del
espíritu para darles paso, y así, de su mano, unir nuestra alma con el
universo. Ella es Luna.
Redibujando la historia de Eco,
Begoña nos lleva desde la angustia del aislamiento y la incomprensión de una mujer
oprimida, al proceso de cambio que por fin la convierte en una mujer libre,
dueña se sí misma. Ella es Aire. Sin fronteras, sin limitaciones.
Así es la propuesta de estas
cuatro artistas que a través de su arte nos invitan a viajar hacia nosotros
mismos.
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